TRABAJO EN GRUPO, LOS SOCIOS Y MI CONCHA


Hola amigos, soy Monserrat y quiero seguir narrando para ustedes, lo que he estado viviendo.

Iba en el taxi, toda adolorida por los embistes de Juan, el negrito que sería a partir de mañana, uno de mis nuevos jefes. Apenas podía estar sentada en aquél auto. Me dolía mi culito y sin que se diera cuenta el chofer, acariciaba mi hinchada conchita desnuda (las braguitas las llevaba en la cartera), la cuál había sido casi destrozada, al igual que mi culito, por ese tremendo pedazo de verga, que había conocido.

Llegué a mi casa, con la única intención de sentir por mi cuerpo lleno de sexo, una agüita calientita correr por mi ser y así poder quitarme todo el sudor de tal descomunal pasión, que ya estaba pegada en mi cuerpo.

Entré a la casa y me dirigí de inmediato a la ducha. El agua corría y mis manos enjabonaban a la vez mi cansado cuerpito. Cerré mis ojos y recprdé aquellos momentos exquisitos que había vivido, tanta carne para esta pequeña mujer, repetía sin parar de acariciarme. Enjabonaba mi conchita peladita, estaba delicadita la pobre y llevé mis dedos hasta mi culito, el cual aún estaba dilatado, todavía podía meter mi dedo en él. Lo metí y el ardor que sentí (ya que tenía jabón en las manos), me llevó al momento cuando Juan atravesaba mi hoyito sin compasión y la calentura volvió a mi cuerpo. No entendía cómo seguía deseando su verga en mi culo, si lo tenía casi roto.

Abrí mis ojos y traté de contener ese deseo. Mañana es otro día y si quiero sentir otra vez como ese casi grotesco hombre me destroza, tengo que descansar, me dije y me seguí duchando tratando de poner mi mente en blanco.

Después de hacer las cosas de la casa, me acosté. La noche anterior había dormido casi nada y me sentía demasiado extenuada. Me saqué toda la ropa y me metí entre las sábanas tratando de descansar, pero la sensación en mi cuerpo era muy fuerte. Mi conchita estaba tan sensible, que sólo el juntar las piernas, me causaba placer. Quería más de mi negro, lo quería en mi cuerpo otra vez. Lo único que me daba vuelta en la cabeza era…cómo me sentiría cuando lo viera otra vez, me preguntaba si podía estar a su lado sin desear que me penetrara, estaba realmente emocionada. Si él quiere, yo trabajo montada en su verga! Me dije y me reí sola, di un suspiro largo y traté de dormir.

Cuando desperté ya eran las 6:30 de la mañana. Me duché rapidito y empecé a elegir mi nuevo vestuario, este tendría que ser formal y algo atractivo, ya que hoy firmaría mi contrato y tenía que verme bella delante de mis jefes. Me puse la ropita interior que había comprado en el sexshop el día anterior, era muy atrevida. La braguita tenía abierto en forma de unos labios en la entrada de la conchita y el brassiers era de media copa, alcanzaba sólo a cubrir el pezón, el conjunto era de un color rojo carmín.

Me arreglé, salí de casa y tomé el primer taxi que pasó (quería llegar lo antes posible donde mi negrito, necesitaba sentir su presencia). Iba entrando a la oficina y a la primera persona que veo es a Ricardo, el socio de Juan, que al verme se acercó muy amable a recibirme…

-Monserrat! Que bueno verte otra vez. Me recuerdas? Soy Ricardo, el socio de Juan. No he hablado contigo, pero escuché muy buenas referencias. Me encantaría conversar contigo y darme cuenta por mi mismo si realmente es cierto.

-Claro que te recuerdo (cómo no hacerlo, si me había descubierto con Juan en la oficina, claro que yo estaba con ropa, pero Juan no y sería difícil pensar que sólo estábamos conversando)

-Pasemos a mi oficina y vemos el contrato, te parece? Hay muchas cosas de las cuales tengo que informarte…puso su mano directamente en mi cintura, invitándome a entrar.

Me sentía cohibida, Ricardo me hablaba, pero todo lo tomaba con doble sentido después del modo que nos conocimos, además que no me quitaba los ojos de encima. Yo estaba ansiosa de ver a mi negro Juan, quería ver su estampa enorme a mi lado, sentir su aroma fuerte e intenso. Ricardo me hablaba, pero mi mente estaba en otra parte.

-Quieres un café? Me dice Ricardo, con su voz fuerte. (se había dado cuenta de mi poca atención)

-No estaría mal, me siento un poco nerviosa.

-No estés nerviosa mujer, acá nada malo te va a pasar, me dijo parándose de su escritorio (no se que cara puse, ya que sus palabras me recordaron a Juan, que dijo casi exactamente lo mismo y después me culió como él quiso)

-Pero mujer, me tienes miedo? Quizá que cosa te dijo Juan de mí.

-No es eso. Lo que pasa es que estoy algo tensa.

Pidió el café y en seguida lo trajeron. Seguimos hablando del trabajo, dejamos todo claro y firmamos el esperado contrato.

-Si algo no lo tienes claro, no dudes en preguntarme, estaré dispuesto a ayudarte en todo lo que desees, me dijo y me dio un abrazo, que yo lo encontré innecesario.

Habíamos estado casi toda la mañana conversando y analizando algunos proyectos. Ya saliendo de la oficina de Ricardo, me encontré directamente con mi negro Juan, que estaba entregando unas cartas a su secretaria. Me miró y se acercó a saludarme…

-Monserrat… todo bien? Todo listo con el contrato?

-Si, ya está todo en papeles, ahora pertenezco a la empresa.

-No sólo a la empresa preciosa, me dijo acercándose discretamente a mi oído…vamos a mi oficina? Me preguntó.

Puso su mano enorme en mi cintura, casi obligándome a seguir. Entramos a la oficina y cerró…

-Zorrita rica, he esperado casi toda la mañana para tenerte solita para mi…Por qué has demorado tanto? Me dijo abrazándome por detrás y dándome un pequeño mordisco en el cuello.

-Yo igual tenía muchos deseos de verte papito, pero el trabajo es el trabajo y el placer es el placer, le dije con una sonrisa muy picarona y me di vuelta hacia él…

-Pero ahora nos toca placer, cierto?

-Claro que si mi amor, lo que tú digas mi negro rico, le respondí casi ronroneando.

-Me encanta que seas así, siempre dispuesta, para que este negro te haga suya…eres una golosa. Me decía mientras me besaba y amasaba mi culito aún adolorido.

Me alejé de de él y caminé bien sensual hasta el escritorio, meneando mi cola, me agaché y me quedé afirmada sobre el escritorio con el culo levantado, como una perrita moviéndole la cola a su amo…

-Quiero que me hagas tuya de nuevo, basta de palabras. Quiero tu verga en mi vagina, quiero sentirte cosita y te quiero ya! Tu putita quiere polla…le decía jadeando y mirándolo, sin parar de mover la colita.

Mi colita entera estaba a su entera disposición y él la empezó a masajear fuerte, me bajó la falda hasta los tobillos y siguió masajeando, alternando con unas palmaditas, a las cuales yo les respondía…ayyy…mmm…ahhh. ¡Era exquisito ver como ese hombre se mordía los labios¡ Se agachó y con sus dos grandes manos negras, abrió mi culo bruscamente, su boca desesperada se dirigió directo a mi hoyito, devorándolo a besos. Me abrió las piernas y se dio cuenta que las braguitas eran algo especial…

-Que cochina eres? Vienes a trabajar con la conchita casi al aire…eres una zorrita atrevida, me decía y me daba una palmada en el culo.

-Vine preparada para ti…me introduje los dedos en mi conchita y los chupé.

Juan se mordió los labios y su lengua se dirigió al orificio de mi braguita, un calambre intenso hizo que mis piernas temblaran. Juan se levantó y sacó su verga del pantalón, la sobó por mi conchita y mi culito (como diciendo que me preparara). Sentir el roce me puso a mil, él corrió con su dedo mi braga y me fue introduciendo poco a poco su grueso palo en mi conchita, yo estilaba, pero mi conchita es apretadita y le costaba entrar. Mis gemidos iban creciendo a la vez que su polla me penetraba, de pronto la sentí adentro…toda…un gran gemido se escapó de mi boca…mmm…

-Te gusta mi amor? Te encanta este tronco negro, cierto? Dime que te gusta…mmm…me decía mientras me taladraba la concha con su pico y me agarraba el cabello, como si fueran las riendas de una yegua.

-Me encanta tu pico, me gusta que me lo pongas entero cosita, dame tu verga, métela hasta es fondo, me gusta mucho, si…si…me encanta como se siente en mi concha…párteme, rómpeme, atraviesa tu conchita, le decía desesperada, ya que sus embistes me tenían a punto.

Con una mano en mi cabello y otra abrazando mi cintura, empezó a clavarme tan rico, se agachaba y me embutía su tremendo pedazo de verga haciendo unos círculos dentro de mi concha…que manera de meterlo, era exquisito…que movimientos espectaculares…la forma como me enterraba su pene, hizo que mi concha estuviera a punto de explotar.

-Cosita dame fuerte, ahora, si, si, si, que me voy papito, dame, dame…ohhh…ahhh…que rico papito, que rico…mmm…dame duro con tu polla, dame, dame…mmm…ahhh…ahhh…le dije extasiada y me sostuve de sus piernas para no caer.

-Acaba perra golosa, acaba rico cosita, toma tu verga, tómala entera, siéntela rica y dura mi amor…córrete rico, que te daré aún más…me decía Juan sin parar de meter su pico en mi conchita.

El orgasmo fue tan delicioso, que mis piernas se doblabaron, sólo el escritorio y la verga incrustada en mi concha, me mantenían de pie. Me desenfundó su polla y me giró para besarme…¡Que rico sentía sus carnudos labios en mi boca, después de sentir un delicioso orgasmo! Mi cuerpo estaba todo sudado y se dio cuenta, me sentó en el escritorio para sacarme el resto de ropa que aún llevaba puesta. Yo lo fui desnudando también, quería sentir la suavidad de su pecho junto al mío, sentir como se mezclaban nuestros aromas y sabores diferentes unidos por un mismo deseo. Mi cuerpo le pertenecía…

-Quiero tu pene Juan, quiero sentirlo en mi boca igual que ayer, me encanta el sabor de tu verga lleno de mis jugos.

-Quieres mi polla en tu boca? Eso quieres…entonces cómela, me dijo con sus ojitos brillantes.

Antes que terminara de hablar, comencé a bajar por ese cuerpazo hermoso y brillante, que ya estaba desnudo, pasé mi lengua por sus tetillas y succioné sus pezones duritos. Seguí bajando por los pelitos de su pelvis, hasta llegar a su gran verga que apuntaba hacia mi cara, lo agarré de la base con una mano y con la otra agarraba sus testículos. Él abrió las piernas y se entregó a mis lamidos, mi mano masajeaba el tronco de su negra verga y me la metía a la boca lo más que podía.

Juan empezó a desesperase y agarró mi cabeza súper fuerte, casi queriendo atravesar mi garganta, sentía que me asfixiaba, pero sólo lo sacaba cuando sentía que mis arcadas me hacían toser. Apretó mi nariz, agarró mi cabeza y empezó con penetraciones profundas y rápidas en mi boca y garganta.

-No cierres, abre, abre la boquita cosita, así abre más, no tragues, deja que la saliva lubrique tu garganta…así mamita…así rico…trágalo rico, me decía y seguía embutiendo su pico.

Yo tosía y me atragantaba, pero seguía recibiendo su polla arrodillada a sus pies. Mi otra mano acariciaba sus bolas y el camino que me llevaba a su culito, saqué un poco de mi saliva que escurría por mis labios y empecé a acariciar el hoyito de su culo. Estaba caliente, sus gemidos lo delataban, en ningún momento se quejó, al contrario, lo disfrutaba. De pronto sacó su pene de mi boca y me acercó las bolas para que las chupara; Juan se sobaba la polla y yo poco a poco me iba moviendo, hasta que mi lengua llegó a su culito sudado.

-Qué haces golosa?...me estás chupando el culo…eres una gran puta y me encanta…me estás haciendo el beso negro perra…

-Quiero que sientas rico, quiero saborearte todito, igual como lo haces tú, le dije pujando un poco mi lengua en su orificio.

Juan se movía en mi cara y gemía sin dejar de sobar su polla, mientras yo me devoraba su culito. No me había dado cuenta, pero Ricardo estaba en la oficina de Juan mirando todo y pajeándose suavemente. Yo me di cuenta sólo cuando Juan le habló…

-Estás viendo como me devora el culo esta mujer! Es golosa esta perrita, me está devorando el culo y ni se espanta…si supieras como lame y devora…mmm…es muy tragona esta putita…ahhh…

-Así me doy cuenta, eres un negro con suerte…puedo participar?

Ahí me espanté, me levanté enojada, sin importarme lo desnuda que estaba…le dije…

-Debes golpear antes de entrar, eres uno de mis jefes, pero eso no significa que faltes el respeto, le hablé y mis ojos se fueron directo a su pene, que con sus manos lo sobaba.

-Pero entre los dos te podemos llevar al cielo preciosa. Que dices?...no me puedes negar ese privilegio…por último deja que me quede a mirar, dijo y me cerró un ojo.

-Déjalo que mire, no seas mala con mi amigo…”El que mira sufre y el que toca goza”, deja que sufra…

Acepté (no era para nada malo, tener público). Me agaché y seguí con mi labor. Ricardo se sentó en el sofá con su verga fuera del pantalón y siguió pajeándose, mientras yo chupaba y chupaba la verga de Juan. Yo miraba a Ricardo y a su polla, no era gruesa como la de Juan, pero era larga y con su glande gordo y definido, se le marcaban sus venas. Ricardo se mordía el labio inferior, cada vez que lo miraba con la verga de Juan metida en la boca.

Juan ardía y su verga estaba como piedra. Me levantó por el culo y me sentó en su pene…mmm…me sostuve de su cuello con mis rodillas encajadas en su cintura y empecé a subir y a bajar, subía lo más que podía y así bajar para comerlo todo. El pene de Juan era tan grueso y largo, que si hacía cualquier movimiento, no se salía. Juan caminó, conmigo ensartada y se sentó al lado de su amigo. Ya no me molestaba la presencia de Ricardo, al contrario, me excitaba demasiado tenerlo a mi lado, así podía ver mejor su verga.

Mi negro me besaba y mordía mis tetas, mi cuello, mis hombros y mi boca, mientras que sus manos me abrían, para que su verga se hundiera más, sus bolas eran apretadas por mi culo. Puse mi cabeza apoyada en el hombro de Juan y miré desafiante a Ricardo mordiendo mis labios, gemía cada vez más por la lujuria y el morbo que me producía ser observada y penetrada.

De repente siento que Ricardo acerca sus manos a mi culo y comenzó a meter uno de sus dedos, yo no hice ni dije nada y lo acepté…él metía y sacaba su dedo en mi culo…ya no había vuelta atrás…Ricardo me puso su verga en la boca y la empecé a chupar con total descaro, era sabrosa y colorada, pero de un sabor diferente. Juan se dio cuenta…

-Eres una puta golosa! No te conformas con una? Quieres dos pollas putita rica.

Yo no decía nada y sólo succionaba la verga de Ricardo y disfrutaba en mi concha la de Juan. Comencé a sentir unos espasmos fuertes y mi orgasmo se volvió inevitable…

-Ohhh…mmm…si, si, si…clávame rico que me voy, ábreme y métela toda papito rico, me voy cosita…ahhh…rico…mmm…ahhh…ahhh…gemía como podía, ya que el pico de Ricardo llenaba mi boca.

La verga de Ricardo era bella y sabrosa, me gustaba sentirla en mi garganta, además no me dolía la boca, ya que era más delgada. Pero quería más, quería más de mi nuevo amante, lo quería dentro de mí. Ricardo se desvestía del tal forma, para no sacar su pene de mi alcance. Juan me levantó y me retiró su pene para no acabar aún, dejándome tendida en el sofá, le da unos golpecitos a su verga, para tranquilizarla.

Ricardo me abrió las piernas y me chupó la conchita, lo hacía con un gusto, lamía como si fuera un helado derritiéndose y tragando todos mis jugos, Juan me observaba y se sobaba su negro palo. Ricardo me introdujo dos dedos en la conchita, sin dejar de lamer...gemí profundo…no soportó…se arrodilló en el sofá, me tomó de las caderas y me clavó su larga verga hasta el fondo, me arremetía tan profundo y se agarraba de mis hombros para bombear más y mejor. Un calambre me recorrió entera y otro orgasmo estalló en mi interior, clavé mis uñas en la espalda de Ricardo y mis gemidos fueron callados por la verga de Juan en mi garganta, soltando su espesa y caliente leche, que tuve que tragar para poder respirar…

-Trágate mi leche cosita…mmm…ahhh…traga todo, me decía con su polla enterrada en mi garganta.

Ricardo me puso las piernas en sus hombros para clavar más y me introdujo su dedo en mi culito y me dijo…

-Dame tu culito Monserrat!...quiero clavarte ese hoyito, quiero meter mi polla por todo tu cuerpo…

No alcancé a responder y con una facilidad me giró, quedando a lo perrito. Me abrió con sus manos y comenzó a devorar mi culo…como lamía ese hombre, lo hacía mejor que Juan…me devoraba el culo y me penetraba con sus dedos, Juan acercó su verga a mi boca jadeante…había acabado y seguía dura…le chupaba su palote con devoción, le succionaba lo más que podía. Ricardo, ya me tenía el culito dilatado y empezó a enterrar su pene con mucho cuidado…

-Que rico se siente tu culo mamita, estoy entrando en tu culo caliente y apretado, siento que me estrangulas…mmm…ya está casi todo adentro mi amor…siiiii…ahora cosita, ya casi…ahora mi amor hasta el fondo, me dicía Ricardo clavando hasta casi las bolas.

Sentía mi culito ardiendo y mi garganta asfixiada, pero ya deliraba de placer y no me importaba el dolor, sólo sentía ganas de más y más. Quería las vergas de mis amantes al mismo tiempo.

-Quiero sus penes en mi concha y en mi culito, los quiero a los dos al mismo tiempo…mmm…los quiero a ambos.

Ricardo me sacó su tronco colorado y me lo puso también en la boca, tenía las dos apuntando a mi boca, las agarraba con las manos y las rozaba entre ellas. Las besaba y las lamía, me metía una y después la otra en mi boca.

Ricardo se recostó en la alfombra, yo me senté en él, pero con la desesperación de meterlo, lo introdujo en mi conchita, me recosté en su pecho y puse mis pies en sus muslos, él apretaba fuerte mis tetas y se movía en mí. Juan se me montó y también me penetró la concha…ufff eso era nuevo…sentía que mis caderas se separaban…los sentía gemir por el roce de sus pollas, ambas dentro de mi concha, me puse a mil.

-Me están rompiendo la conchita…ambas están en mi vagina…me están clavando en el mismo orificio…mmm…

-Si putita y ahora te vamos a romper por ambos agujeros, me dijo Juan

Mi negro me levantó un poco por las caderas sin sacar su pene, Ricardo se cambió de lugar y sin compasión me apretó contra él, metiendo todo de un viaje. Juan me clavaba la conchita delicada y goteante, unos movimientos casi aterradores de vergas, que mi concha recibía gustosa. Sus manos en mi cuerpo y los besos que me regalaban, me tenían en el cielo. Sus vergas latían dentro de mí y no pude más…

-Juan dame, clava tu verga, dame rico…mmm…ahhh…que rico es esto que siento…Ricardo entierra tu pico duro en mi culo, así, así, que rico, si mis putos…denme fuerte, fuerte y profundo…ahhh…ahhh…pártanme toda, métanla entera y disfruten a su puta…así…Juan…Ricardo…así rico mis amores…ahhh…ahhh…

Ellos me siguieron y con sus vergas me llenaron al mismo tiempo de leche, la sentía caliente y abundante, ellos estaban alimentando mi conchita y mi culito. Los gemidos y casi gritos, fueron la culminación de unos orgasmos deliciosos y muy fuertes, era el comienzo de una relación de placer, entrega y lujuria…

Fue exquisito sentir a esos grandes sementales, haciendo lo que quisieran con mi pequeño cuerpo. No me sentía sucia, me sentía llena y completa. Nos quedamos pegados y sudados por un rato tirados en la alfombra. Ricardo estiró su brazo y como pudo alcanzó su pantalón, sacó un cigarrillo, el cual compartimos.

-No creo que podamos seguir trabajando de esta forma, así nos iremos a la quiebra. Además alguien nos va a sorprender, seré el comentario de toda la empresa y si se entera mi marido…queda la escoba, les dije pensativa y muy cansada.

-Esto será un postrecito de vez en cuando. Además si alguien se entera y corre la voz, el despido es absoluto. No te preocupes, tu marido no se va a enterar, me decía Juan y besaba mi frente sudada.

-Juan tiene razón. Y esto no puede acabar, estamos recién comenzando y podemos disfrutar aún más. Se me ocurren varias ideas y así disfrutarlas juntos…nos dicía Ricardo gimiendo cansado.

Yo sabía que esta parejita de sementales ingeniosos y ricos, algo tramarían; habían encontrado su juguete sexual y no me soltarían hasta cansarse. Además, mi contrato era vigente por todo un año.

Más adelante, cuando me recupere, les sigo contando…




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1 comentarios:

Unknown dijo...

muy buena la literatura muy realista