Los Vidrios y Algo más...


Iba en el auto hacia la oficina, retrasada como siempre, esperando que los semáforos me bendicieran sólo con luces verdes, poco tráfico y que ninguna persona se atravesara imprudente…pero no fue así, parecía una maldición, cada dos cuadras un rojo, ya estaba que dejaba el auto y me iba al trabajo caminando, además hacía un calor insoportable ese jueves de primavera…


Como ya estaba atrasada, subí el volumen de la radio y abrí las ventanas y como se había de esperar…otra luz roja, pero fue diferente ya que un muchacho no muy fornido, pero alto, con un pañuelo en el cuello…se acerca a mi auto…


-Damita le limpio los vidrios? Le prometo que la dejaré completamente satisfecha…_me dijo sonriendo muy dulce y a la vez sus ojos me pusieron inquieta, ya que no dejaba de mirarme…


-Claro que si! Pero tiene que ser rápido, ya que estoy atrasada…_le respondí titubeando un poco y sin querer mojé mis labios, a lo cual el joven respondió con una sonrisa…


Comenzó a enjabonar los vidrios de una forma muy ágil, lo miraba de reojo y me preguntaba cuanto debería pagarle por lo que hacía…de pronto se quitó la camisa, su cuerpo era delgado, pero firme y se le marcaba de una forma tenue, además su cuerpo bronceado hacía que luciera mucho más atractivo…

No me di cuenta y él había terminado con todas las ventanas del auto, reaccioné cuando me dijo “Damita terminamos” lo cual me causo un estremecimiento, su voz era cálida y amable, se afirmó en la ventana y me quedó mirando…


Reaccioné cuando sentí unos bocinazos, ya que el semáforo había cambiado de color, saqué unos cuantos billetes de la cartera y se los pasé, cuando los recibía sentí su mano ligeramente, lo cual hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo…Aceleré y me fui, casi arrancando de aquel lugar…


Llegué a la oficina saludando rápido, para que nadie me dijera nada, dejé la cartera en el sofá y encendí la pc para comenzar mi trabajo…La mañana se hizo larga y aburrida, la rutina me estaba saturando y me apareció el mal genio, donde todo molesta…De pronto el reloj dio las 12 y respiré profundo, tomé mi cartera y salí a colación…


Bajé del edificio y me subía lo más rápido que pude a mi auto, prendí la radio y puse mi cd favorito de Led Zeppelín, iba saliendo del estacionamiento y una sombra se me cruza en una abrir y cerrar de ojos, frené lo más rápido que pude y bajé del auto para ver que había pasado…Un hombre tirado en el piso tratando de levantarse, me agaché para ayudarlo y al verle la cara me di cuenta de quien era…su mirada jamás se podría olvidar tan fácil y menos con la sensación que me produjo al sentir sus manos…


Ya de pie, lo ayudé a subir al auto para llevarlo a alguna asistencia pública y así descartar cualquier lesión que tuviera…se sentó en el asiento de atrás y yo lo miraba de repente por el espejo…él estaba callado y eso me asustó un poco…Le pregunté si se encontraba bien, que me dijera si se sentía mal, pero me dijo que no me preocupara, que no quería ir a ningún hospital, ya que trataban mal a las personas como él…me dijo que sólo necesitaba un baño y un vaso de agua, que lo dejara en cualquier parte y que estaría bien…me asusté ya que quiso bajar del auto aún en movimiento…


Me asusté y le dije que lo llevaría a mi casa, que ahí podría refrescarse un poco y beber algo…él asintió con la cabeza y tomé dirección a mi casa, total a esa hora no había nadie en casa…llegamos y lo ayudé a bajar, entramos y le mostré donde quedaba el baño…le dije que se diera una ducha y le pasé unas toallas para que se secara…fui hasta la cocina para prepararle un jugo natural, me fui a la sala y al pasar cerca del baño me di cuenta que la puerta estaba totalmente abierta y me quedé mirando como el agua recorría su cuerpo, sus manos esparcían el jabón cuando de pronto se dio vuelta y pude deleitarme de ver su cuerpo completo…


No voy a negar que me quedé del todo alucinada, su cuerpo era esbelto y joven y con una verga que parecía no ser de él…se gastaba tremenda tranca y eso que a mí el tamaño no me importa, mientras la usen para dar y recibir placer…está bien, pero no pude dejarme sorprender por él…lo observaba mientras se bañaba y no resistí en sentarme en el sofá, remangar mi falda, correr mi tanguita y darme una tremenda pajita cortita, hacía ya tiempo que no ocupaba mis deditos para algo más que el teclado…


Me vino una sensación de culpa y deseo, me decía que eso estaba mal ya que era mi casa y él un total extraño…pero al verlo todo mojadito y desnudo, mi mente creaba las mejores fantasías…


De pronto salió del baño con los pantalones en la mano, la toalla en la otra y desnudo, su sorpresa al verme en el sofá con las piernas cruzadas, no lo llevó a cubrirse, al contrario se empezó a secar el pecho del cual colgaban una pequeñas gotitas de agua…yo seguí inmóvil sin decir ninguna palabra y él chico muy decidido aireaba su tranca, su verga colgaba entre sus piernas con un rosado glande adornándolo y unas bolas grandes pegadas a su verga…Di un suspiro y traté de ocultarlo, disimular lo caliente que me estaba poniendo, él se dio cuenta y comenzó a masajearse su pico velozmente y caminando hacia mí lentamente, con un erección para mí solita…


Llegó hasta casi chocar con mis labios y su mirada atrevida parecía decirme “Cómeme”, yo no podía más, quería tenerlo en mi boca y chuparlo todo hasta mi garganta, como si el desierto no rodeara y él fuera lo único que me podría quitar la sed…abrí mi boca ya casi babeada y su pene se deslizó suavemente por mis labios, mi lengua lujaba con su capullo y me fui directo a sus bolas grandes, me quedé un rato atrapándolas una por una a través del escroto y después empujándolas hacia fuera…dentro fuera, dentro y fuera mmm…mi meta era ponerlo caliente de verdad y que aunque hubiese culiado con las mejores chicas, jamás se olvidaría de esta pequeña mujer deseosa de placer…


Mmm aún recuerdo como me estremecí cuando me comió la conchita, mmm…sabía muy bien trabajar con la lengua y la boca este muchacho, me tenía loca de verdad…de paso me daba lengüetazos en mi culo con las piernas en su cuello, ya pensaba que un desmayo era lo que venía…abrió mi conchita con sus dedos y hundió su lengua chupando y rechupando, todo lo que encontraba, mi cuerpo se estremecía de tanto placer y se convulsionaba como una desesperada. Me agarré de su corto cabello, me eché para atrás y comencé a jadear sin preocuparme de nada, sólo de seguir sintiendo lo que él me hacía en mi concha sensible…mmm…ohhh…era tanta la excitación…mmm…no se…se me hace difícil explicarlo…sólo puedo decir…fenomenal…


No soportó más tener ese duro palo fuera de mi sexo, me giró lentamente poniéndome a lo perrito y lo empezó a empujar por la abertura del mío, dejó caer su cuerpo sobre el mío y me agarró de las caderas apretándome hacia él, besaba mi cuello deliciosamente y yo empujaba mi cuerpo para que lo metiera más…ya nada era más importante, que lo mucho que ambos disfrutábamos en ese momento, era impresionante lo que me regalaba con sus embestidas, me clavaba profundo y me lo sacaba, me lo metía y me lo volvía a sacar casi por completo para volverlo a meter, daba unos círculos dentro de mi cueva mojada y ardiente, sus penetradas se hacía cada vez más rápidas, su energía no tenía fin…


Soportó lo que más que pudo y con un sólo gemido me demostró que estaba a punto de venirse, al decirme eso gimiendo me vinieron unos espasmos fuertísimos y me apreté a él para que me embutiera todo su pedazo de carne y mi orgasmo estalló con un concierto de palabras y gemidos intensos…mmm…ahhh…ohhhh…que rico te siento cosita rica…mmm…dame fuerte…ensarta todo tu pico hasta el fondo sin parar…así, así. Mmm…ahhhhh…fue delicioso, él se mantuvo firme apretando los dientes para que disfrutara lo que más pudiese…Como premio, le dije que quería que me entregara toda su lechita en mi cara y boquita, pero me dijo que primero me perforaría el culito…mmm…eso me retumbó muy profundo y mi clítoris se endureció otra vez…


Lo sacó de mi ardiente conchita y comenzó su penetrada en mi rajita, primero su glande grueso y luego…luego todo su tronco muy profundo, que un pequeño grito salió de mi boca…me lo metía delicioso mientras me yo me acariciaba la conchita y metía mis dedos dentro de ella…que sensación más placentera era tener su pico dentro de mi culo…sus clavadas y mis caricias me llevaron otra vez a un orgasmo delicioso…mmm…ahhhh…que delicia…mmm…ohhh…dame fuerte por el culo papacito…dame así rico que me encanta tu pene clavando mi culo…ahhh…ohhhh…si así me gusta y me encanta, duro en mi culito…


Mis gemidos lo llevaron a temblar y sacó rápidamente su pene de mi culo…sabía lo que venía y me arrodille ante sus pies, tomando y acariciando su colorada verga deliciosa…Lo comencé a chupar y a sobar con fuerza, lo que no demoró que su palo escupiera un chorro espeso y abundante en mi boca, llegando hasta mi garganta y un poco en mi cara sin piedad, después con su pico esparció su leche por toda mi cara gimiendo profundamente…

Después se vistió y yo tragué lo que mi boca había recibido, era deliciosa su leche y me limpié lo de mi cara…nos dimos un beso de despedida y se marchó…


No lo he vuelto a ver y eso que he buscado por casi toda la ciudad, para ver si lo encuentro…pero en busca de aquél muchacho limpia ventanas, encontré otras cosas…pero como ustedes saben…esa es otra historia…





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EMPEZÓ VIOLÁNDOME...


Creo que ya no recuerdo el momento en que la palabra sexo, despertó en mí algo especial, algo que sinceramente no podría explicar, ya que envuelve un sin fin de deseos, actos y fantasías exóticas. Son tan reales que se confunde mi razón, no se si las viví o sólo son deseos carnales que envuelven mi cuerpo con tanto ímpetu que me ahoga, siento que mi cuerpo quiere explotar y empezar a sentir esas exquisitas sensaciones de placer. Me describo como una mujer de 27 años, apasionada, con la bendición de tener pechos grandes, labios gruesos, sensual y como la mayoría de los hombres desea, soy una mujer candente.


Caminaba, como de costumbre lo hago, pensando en alguna historia para cuando llegara a mi casa poder escribir; voy pasando por una pequeña laguna que tiene varios matorrales alrededor y me doy cuenta que un hombre maduro, de aproximadamente 45 años, claro que se le notaba bien atlético y por su porte no pude no notar (alto y de espalda ancha), estaba mirando hacia mí muy fijo, me sentí incómoda, pero la curiosidad me llevó hasta él, para preguntar que necesitaba. Voy hacia él notando que poco a poco se acercaba a mí…


-Quieres hablar conmigo?-…le pregunté esperando una respuesta ya conocida. Él mira y me dice sin responder a mi pregunta,


-hace tiempo que te observo, todos los días sales a la misma hora a caminar y ya no puedo soportar no tenerte-…acarició su pene por encima del pantalón.


Me dio miedo ver en él esa reacción, pero tampoco puedo negar que la idea de ser deseada de esa forma, entregó a mi cuerpo un calor inexplicable, sentir que no podía controlar esa situación, llevó a mi mente a lugares que jamás había conocido. Claro que jamás pensé que sólo mi mente era la única que iba a viajar.


Me tomó de la cintura fuertemente, sentí como mi cuerpo chocaba con su tórax, tenía sentimientos encontrados, no sabía que hacer, estábamos en la calle, la gente pasaba, mi mente no quería, pero mi cuerpo era desconocido para mí en esos momentos, se estremecía, que vergüenza, quería arrancar pero mi cuerpo iba cada vez más cediendo ante este cruel ataque.


Agarró mi cabello con fuerza, dobló mi cabeza y empezó a besar y morder mi cuello, mientras me iba llevando poco a poco hacia los matorrales. Sentí una rigidez en mi clítoris y mi vagina empezó a latir, apretaba y soltaba preparándose para la embestida de la verga de aquél desconocido.


Mis pezones estaban cada vez más duros, él se dio cuenta y con su mano rodeo mis pechos y mordió apasionadamente. Mi cuerpo ya no pudo soportar lo que estaba sintiendo, iban a tomar mi cuerpo sin mi autorización mental, ya que físicamente yo ya me había entregado. Empecé a gemir sin censura, olvidando el lugar donde estábamos, me miró y dijo


-yo sabía que gemías rico, te miraba pasar y lo único que quería era sentir tu olor, tu sabor, tú tenías que ser mía.-Acercó su boca a la mía y el beso nos unió en un placer que jamás había sentido, esos labios desconocidos eran exquisitos…


-Abre la piernas- me ordenó, bajó y con su lengua gruesa corrió mi pantaleta, abriéndose paso hasta mi orificio que ya estaba preparado para ser degustado, sentí como lamía mi conchita, mi clítoris, su dedo entraba y la lujuria me invadió…


-Quiero besar tu pene, quiero sentir tu hombría, dame de lo tuyo, le dije entrecortado. Me agaché y me di cuenta que su pene estaba a cien, bajé su cierre y le ayudé a desenvainar ese tronco que de el emanaba su jugo transparente, mi lengua recorría todo su tallo, sus testículos sabrosos, su glande latía mostrando su gran envergadura.


- Lo voy a meter-, me dijo con su voz susurrando, no alcancé a responder, cuando me levantó la piernas hasta su cintura y sentí como si me desgarrara por primera vez, era tan grueso, pero lo quería dentro, más adentro.


Lo tomé por el cuello, para poder cabalgar ese poste que me estaba abriendo las entrañas, estaba desesperada, no me importaba nada más que lo que ambos estábamos sintiendo, su pelvis rozaba mi clítoris, que sensación, que locura, su pene me estaba atravesando una y otra vez.


-Quiero montarte con mi culo…le dije


Tendió su chaqueta, que ya estaba por el suelo y se recostó. Me monté encima de él, dándole la espalda, traté poco a poco de meterme todo ese pedazo de carne que mi concha se estaba comiendo, se abria espacio y fui bajando poco a poco, mientras el lubricaba con su saliva, para que así pudiese entrar mejor.


-Apóyate en mi pecho, me dijo y un gemido llenó el ambiente cuando sus bolas chocaron con mis nalgas.


–Está todo adentro, te lo estás comiendo todo cosita, esta es mi perra, tú eras lo que quería- me recosté en su pecho, con una mano acarició mi clítoris y con la otra apretaba mis pechos. Nuestros movimientos ya no tenían comparación, jamás me habían tomado de esa forma, algo que empezó como una violación, se volvió en una entrega mutua sin límites de satisfacción.


-Cosita me voy, ya no puedo más-…-Vente dentro de mi culo, quiero sentir tu leche en mis entrañas mientras acabo contigo-…le dije casi sin poder respirar. Ohhhhhhhhhhhhh mujer, acabo-… mmmmmmmmm que rico papito, dame, lléname.


Acabamos extenuados tendidos en el pasto que nos rodeaba, gemíamos y con la respiración entrecortada. Sólo la brisa que refrescaba nuestros cuerpos sudados cabía en ese momento.


-Quiero tenerte otra vez-… me dice.


-No, otra vez no me tendrás, ahora seré yo la que poseerá tu cuerpo, esta vez tú vas a ser mío…





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POR UN CAFÉ...



Siempre he sido una mujer que ha disfrutado lo más que ha podido del sexo y no ha sido poco; he tenido más de 50 hombres sólo por placer; he disfrutado de sus vergas en los sitios más insólitos y si les contara como han disfrutado ellos de mi boca y mi garganta, no terminaría nunca.
De haber sentido muchas veces esa cosa que se siente en el corazón cada vez que se desea algo, lo que me pasó fue más allá de lo que para mí es común.

Caminaba hacia mi departamento, como de costumbre lo hago cada vez que voy a visitar a mi abuela, ya que ella vive muy cerca, cuando de repente sentí unos pasos muy apegados a mi y un leve aire se introdujo en mi nuca, levantando mi cabellera larga, negra y ondulada. Miré para atrás y un hombre alto, de contextura grande me dijo…

_La noche va a estar fría parece…-me dijo con una traviesa sonrisa

_Yo creo que si, hay que acostarse temprano y arroparse harto. Si tuviera una estufa personal en estos momentos sería genial…se me escapó de mi boca traicionera, sin pensar en las consecuencias que podría traer.

_Con un café me conformo…-me dijo pasando su lengua gruesa por sus carnosos labios, que por la cercanía que ya teníamos podía detectar muy bien.

_Podría ser…-le dije con un tono muy directo de invitación.

Se acercó a mi lado y sentí con un sólo roce de su calor, como mi vagina empezó a palpitar con tal rapidez, que reaccioné cuando estaba él a mi lado y yo abriendo la puerta de mi departamento.
Entramos, me saqué la chaqueta, ya que me estaba ahogando la excitación de saber que ya estábamos solos y que lo más seguro que café no íbamos a tomar.

Los nervios de sentir su mirada intrusa y también deseosa, me llevaron a encender un cigarrillo, darle una fumada intensa y botar el humo como si estuviera descansando, él en consecuencia, dio un suspiro y de pronto lo tuve frente a frente, con su mano grande agarrando mi nuca, me guió hasta su caliente boca y me empuñó su lengua, abriendo paso para entregarme toda su cálida saliva. Empezamos a besarnos apasionadamente, como si nuestras bocas se conocieran de toda la vida y a la vez supieran que eran ajenas. Me gustaba su sabor, oh si me encantaba, mi cuerpo se estremecía cada vez más y lo llamaba con tanta fuerza, que los dos empezamos a temblar;

_Te voy a poseer…-me dice, mordiendo mi cuello, haciendo salir de mi boca gemidos desconocidos, casi gritos de placer.

Lo llevé poco a poco hasta el sillón, se sentó y con mi boca sedienta busqué lo que sabía que sería para mi. Su verga ya rompía su apretado pantalón, lo liberé y ahí estaba, DURO, GRANDE, LATIENDO, de su glande caían gotas de lubricación, lo miré a los ojos desafiante, mi lengua se dirigió a sus bolas llenas de leche, lamí como nunca. Traté de meterlo todo en mi boca pero era casi imposible, ese tronco estaba hecho por los dioses y ahora era para mi. Él me miraba con gestos de querer matarme, atravesarme, empuñarme toda su hombría, pero estaba sintiendo tan rico, que no quería que parara. Sentí algo tibio entre mis piernas, mis jugos ya no podían con el placer de verlo sintiendo mi garganta casi atravesada. Mis ojos lloraban y entre mis lágrimas lo miré y le dije…

_Hazme tuya, enfunda tu pene dentro de mi ser…-casi extasiada le susurre

_Móntate en mi verga…-me dice con una voz que me erizaron los pelos.

Subí por su cuerpo, me abrió con sus manos las piernas y fue penetrando suavemente, mientras mi lubricación envolvía poco a poco toda su herramienta. Sentí que mis caderas se salían, era tan gruesa su verga y a la vez tan exquisita, que mis pensamientos no los podía controlar, esa mezcla de placer y dolor, todo al mismo tiempo, que no pude aguantar sentir un orgasmo cuando sentí sus huevos en mi culo; gemí tan profundo, mordí mis labios…

_Goza cosita, siénteme...me dijo con una voz desgarradora. Me volví loca al escuchar esas palabras tan complacientes, que empecé a cabalgarlo con furia y deseo, cada vez más rápido, apoyada en sus palabras

_Dame mamita, cómete mi polla, déjame romper tu conchita…-sus gemidos me tenían a mil por segundo…

Nuestros corazones eran uno, latían al unísono, gemíamos como si fuera ese el despertar de nuestros sexos. Éramos un todo y a la vez éramos nada, sólo dos almas que se encontraron por una pequeña brecha del destino, que sopló su dulce brisa y nos cruzó.

_Papito ya no aguanto más, me voy…-le digo con mi voz quebrantada.

_Vamos cosita, me voy contigo…-me dijo ya desesperado…

Mi gemido se unió al de él y estallamos juntos en un concierto de emociones que sólo pudo apaciguar un beso.
Después de un rato, al reencontrar nuestro aliento, nos miramos; como si hubiéramos descubierto juntos un tesoro.

Nos vestimos callados, sólo se podía distinguir en el ambiente el placer de habernos tenido…

_Y el café?...me dijo con una voz de repetición.

_Mañana a la misma hora, creo que también tendré frío…-le digo desafiante…




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TRABAJO EN GRUPO, LOS SOCIOS Y MI CONCHA


Hola amigos, soy Monserrat y quiero seguir narrando para ustedes, lo que he estado viviendo.

Iba en el taxi, toda adolorida por los embistes de Juan, el negrito que sería a partir de mañana, uno de mis nuevos jefes. Apenas podía estar sentada en aquél auto. Me dolía mi culito y sin que se diera cuenta el chofer, acariciaba mi hinchada conchita desnuda (las braguitas las llevaba en la cartera), la cuál había sido casi destrozada, al igual que mi culito, por ese tremendo pedazo de verga, que había conocido.

Llegué a mi casa, con la única intención de sentir por mi cuerpo lleno de sexo, una agüita calientita correr por mi ser y así poder quitarme todo el sudor de tal descomunal pasión, que ya estaba pegada en mi cuerpo.

Entré a la casa y me dirigí de inmediato a la ducha. El agua corría y mis manos enjabonaban a la vez mi cansado cuerpito. Cerré mis ojos y recprdé aquellos momentos exquisitos que había vivido, tanta carne para esta pequeña mujer, repetía sin parar de acariciarme. Enjabonaba mi conchita peladita, estaba delicadita la pobre y llevé mis dedos hasta mi culito, el cual aún estaba dilatado, todavía podía meter mi dedo en él. Lo metí y el ardor que sentí (ya que tenía jabón en las manos), me llevó al momento cuando Juan atravesaba mi hoyito sin compasión y la calentura volvió a mi cuerpo. No entendía cómo seguía deseando su verga en mi culo, si lo tenía casi roto.

Abrí mis ojos y traté de contener ese deseo. Mañana es otro día y si quiero sentir otra vez como ese casi grotesco hombre me destroza, tengo que descansar, me dije y me seguí duchando tratando de poner mi mente en blanco.

Después de hacer las cosas de la casa, me acosté. La noche anterior había dormido casi nada y me sentía demasiado extenuada. Me saqué toda la ropa y me metí entre las sábanas tratando de descansar, pero la sensación en mi cuerpo era muy fuerte. Mi conchita estaba tan sensible, que sólo el juntar las piernas, me causaba placer. Quería más de mi negro, lo quería en mi cuerpo otra vez. Lo único que me daba vuelta en la cabeza era…cómo me sentiría cuando lo viera otra vez, me preguntaba si podía estar a su lado sin desear que me penetrara, estaba realmente emocionada. Si él quiere, yo trabajo montada en su verga! Me dije y me reí sola, di un suspiro largo y traté de dormir.

Cuando desperté ya eran las 6:30 de la mañana. Me duché rapidito y empecé a elegir mi nuevo vestuario, este tendría que ser formal y algo atractivo, ya que hoy firmaría mi contrato y tenía que verme bella delante de mis jefes. Me puse la ropita interior que había comprado en el sexshop el día anterior, era muy atrevida. La braguita tenía abierto en forma de unos labios en la entrada de la conchita y el brassiers era de media copa, alcanzaba sólo a cubrir el pezón, el conjunto era de un color rojo carmín.

Me arreglé, salí de casa y tomé el primer taxi que pasó (quería llegar lo antes posible donde mi negrito, necesitaba sentir su presencia). Iba entrando a la oficina y a la primera persona que veo es a Ricardo, el socio de Juan, que al verme se acercó muy amable a recibirme…

-Monserrat! Que bueno verte otra vez. Me recuerdas? Soy Ricardo, el socio de Juan. No he hablado contigo, pero escuché muy buenas referencias. Me encantaría conversar contigo y darme cuenta por mi mismo si realmente es cierto.

-Claro que te recuerdo (cómo no hacerlo, si me había descubierto con Juan en la oficina, claro que yo estaba con ropa, pero Juan no y sería difícil pensar que sólo estábamos conversando)

-Pasemos a mi oficina y vemos el contrato, te parece? Hay muchas cosas de las cuales tengo que informarte…puso su mano directamente en mi cintura, invitándome a entrar.

Me sentía cohibida, Ricardo me hablaba, pero todo lo tomaba con doble sentido después del modo que nos conocimos, además que no me quitaba los ojos de encima. Yo estaba ansiosa de ver a mi negro Juan, quería ver su estampa enorme a mi lado, sentir su aroma fuerte e intenso. Ricardo me hablaba, pero mi mente estaba en otra parte.

-Quieres un café? Me dice Ricardo, con su voz fuerte. (se había dado cuenta de mi poca atención)

-No estaría mal, me siento un poco nerviosa.

-No estés nerviosa mujer, acá nada malo te va a pasar, me dijo parándose de su escritorio (no se que cara puse, ya que sus palabras me recordaron a Juan, que dijo casi exactamente lo mismo y después me culió como él quiso)

-Pero mujer, me tienes miedo? Quizá que cosa te dijo Juan de mí.

-No es eso. Lo que pasa es que estoy algo tensa.

Pidió el café y en seguida lo trajeron. Seguimos hablando del trabajo, dejamos todo claro y firmamos el esperado contrato.

-Si algo no lo tienes claro, no dudes en preguntarme, estaré dispuesto a ayudarte en todo lo que desees, me dijo y me dio un abrazo, que yo lo encontré innecesario.

Habíamos estado casi toda la mañana conversando y analizando algunos proyectos. Ya saliendo de la oficina de Ricardo, me encontré directamente con mi negro Juan, que estaba entregando unas cartas a su secretaria. Me miró y se acercó a saludarme…

-Monserrat… todo bien? Todo listo con el contrato?

-Si, ya está todo en papeles, ahora pertenezco a la empresa.

-No sólo a la empresa preciosa, me dijo acercándose discretamente a mi oído…vamos a mi oficina? Me preguntó.

Puso su mano enorme en mi cintura, casi obligándome a seguir. Entramos a la oficina y cerró…

-Zorrita rica, he esperado casi toda la mañana para tenerte solita para mi…Por qué has demorado tanto? Me dijo abrazándome por detrás y dándome un pequeño mordisco en el cuello.

-Yo igual tenía muchos deseos de verte papito, pero el trabajo es el trabajo y el placer es el placer, le dije con una sonrisa muy picarona y me di vuelta hacia él…

-Pero ahora nos toca placer, cierto?

-Claro que si mi amor, lo que tú digas mi negro rico, le respondí casi ronroneando.

-Me encanta que seas así, siempre dispuesta, para que este negro te haga suya…eres una golosa. Me decía mientras me besaba y amasaba mi culito aún adolorido.

Me alejé de de él y caminé bien sensual hasta el escritorio, meneando mi cola, me agaché y me quedé afirmada sobre el escritorio con el culo levantado, como una perrita moviéndole la cola a su amo…

-Quiero que me hagas tuya de nuevo, basta de palabras. Quiero tu verga en mi vagina, quiero sentirte cosita y te quiero ya! Tu putita quiere polla…le decía jadeando y mirándolo, sin parar de mover la colita.

Mi colita entera estaba a su entera disposición y él la empezó a masajear fuerte, me bajó la falda hasta los tobillos y siguió masajeando, alternando con unas palmaditas, a las cuales yo les respondía…ayyy…mmm…ahhh. ¡Era exquisito ver como ese hombre se mordía los labios¡ Se agachó y con sus dos grandes manos negras, abrió mi culo bruscamente, su boca desesperada se dirigió directo a mi hoyito, devorándolo a besos. Me abrió las piernas y se dio cuenta que las braguitas eran algo especial…

-Que cochina eres? Vienes a trabajar con la conchita casi al aire…eres una zorrita atrevida, me decía y me daba una palmada en el culo.

-Vine preparada para ti…me introduje los dedos en mi conchita y los chupé.

Juan se mordió los labios y su lengua se dirigió al orificio de mi braguita, un calambre intenso hizo que mis piernas temblaran. Juan se levantó y sacó su verga del pantalón, la sobó por mi conchita y mi culito (como diciendo que me preparara). Sentir el roce me puso a mil, él corrió con su dedo mi braga y me fue introduciendo poco a poco su grueso palo en mi conchita, yo estilaba, pero mi conchita es apretadita y le costaba entrar. Mis gemidos iban creciendo a la vez que su polla me penetraba, de pronto la sentí adentro…toda…un gran gemido se escapó de mi boca…mmm…

-Te gusta mi amor? Te encanta este tronco negro, cierto? Dime que te gusta…mmm…me decía mientras me taladraba la concha con su pico y me agarraba el cabello, como si fueran las riendas de una yegua.

-Me encanta tu pico, me gusta que me lo pongas entero cosita, dame tu verga, métela hasta es fondo, me gusta mucho, si…si…me encanta como se siente en mi concha…párteme, rómpeme, atraviesa tu conchita, le decía desesperada, ya que sus embistes me tenían a punto.

Con una mano en mi cabello y otra abrazando mi cintura, empezó a clavarme tan rico, se agachaba y me embutía su tremendo pedazo de verga haciendo unos círculos dentro de mi concha…que manera de meterlo, era exquisito…que movimientos espectaculares…la forma como me enterraba su pene, hizo que mi concha estuviera a punto de explotar.

-Cosita dame fuerte, ahora, si, si, si, que me voy papito, dame, dame…ohhh…ahhh…que rico papito, que rico…mmm…dame duro con tu polla, dame, dame…mmm…ahhh…ahhh…le dije extasiada y me sostuve de sus piernas para no caer.

-Acaba perra golosa, acaba rico cosita, toma tu verga, tómala entera, siéntela rica y dura mi amor…córrete rico, que te daré aún más…me decía Juan sin parar de meter su pico en mi conchita.

El orgasmo fue tan delicioso, que mis piernas se doblabaron, sólo el escritorio y la verga incrustada en mi concha, me mantenían de pie. Me desenfundó su polla y me giró para besarme…¡Que rico sentía sus carnudos labios en mi boca, después de sentir un delicioso orgasmo! Mi cuerpo estaba todo sudado y se dio cuenta, me sentó en el escritorio para sacarme el resto de ropa que aún llevaba puesta. Yo lo fui desnudando también, quería sentir la suavidad de su pecho junto al mío, sentir como se mezclaban nuestros aromas y sabores diferentes unidos por un mismo deseo. Mi cuerpo le pertenecía…

-Quiero tu pene Juan, quiero sentirlo en mi boca igual que ayer, me encanta el sabor de tu verga lleno de mis jugos.

-Quieres mi polla en tu boca? Eso quieres…entonces cómela, me dijo con sus ojitos brillantes.

Antes que terminara de hablar, comencé a bajar por ese cuerpazo hermoso y brillante, que ya estaba desnudo, pasé mi lengua por sus tetillas y succioné sus pezones duritos. Seguí bajando por los pelitos de su pelvis, hasta llegar a su gran verga que apuntaba hacia mi cara, lo agarré de la base con una mano y con la otra agarraba sus testículos. Él abrió las piernas y se entregó a mis lamidos, mi mano masajeaba el tronco de su negra verga y me la metía a la boca lo más que podía.

Juan empezó a desesperase y agarró mi cabeza súper fuerte, casi queriendo atravesar mi garganta, sentía que me asfixiaba, pero sólo lo sacaba cuando sentía que mis arcadas me hacían toser. Apretó mi nariz, agarró mi cabeza y empezó con penetraciones profundas y rápidas en mi boca y garganta.

-No cierres, abre, abre la boquita cosita, así abre más, no tragues, deja que la saliva lubrique tu garganta…así mamita…así rico…trágalo rico, me decía y seguía embutiendo su pico.

Yo tosía y me atragantaba, pero seguía recibiendo su polla arrodillada a sus pies. Mi otra mano acariciaba sus bolas y el camino que me llevaba a su culito, saqué un poco de mi saliva que escurría por mis labios y empecé a acariciar el hoyito de su culo. Estaba caliente, sus gemidos lo delataban, en ningún momento se quejó, al contrario, lo disfrutaba. De pronto sacó su pene de mi boca y me acercó las bolas para que las chupara; Juan se sobaba la polla y yo poco a poco me iba moviendo, hasta que mi lengua llegó a su culito sudado.

-Qué haces golosa?...me estás chupando el culo…eres una gran puta y me encanta…me estás haciendo el beso negro perra…

-Quiero que sientas rico, quiero saborearte todito, igual como lo haces tú, le dije pujando un poco mi lengua en su orificio.

Juan se movía en mi cara y gemía sin dejar de sobar su polla, mientras yo me devoraba su culito. No me había dado cuenta, pero Ricardo estaba en la oficina de Juan mirando todo y pajeándose suavemente. Yo me di cuenta sólo cuando Juan le habló…

-Estás viendo como me devora el culo esta mujer! Es golosa esta perrita, me está devorando el culo y ni se espanta…si supieras como lame y devora…mmm…es muy tragona esta putita…ahhh…

-Así me doy cuenta, eres un negro con suerte…puedo participar?

Ahí me espanté, me levanté enojada, sin importarme lo desnuda que estaba…le dije…

-Debes golpear antes de entrar, eres uno de mis jefes, pero eso no significa que faltes el respeto, le hablé y mis ojos se fueron directo a su pene, que con sus manos lo sobaba.

-Pero entre los dos te podemos llevar al cielo preciosa. Que dices?...no me puedes negar ese privilegio…por último deja que me quede a mirar, dijo y me cerró un ojo.

-Déjalo que mire, no seas mala con mi amigo…”El que mira sufre y el que toca goza”, deja que sufra…

Acepté (no era para nada malo, tener público). Me agaché y seguí con mi labor. Ricardo se sentó en el sofá con su verga fuera del pantalón y siguió pajeándose, mientras yo chupaba y chupaba la verga de Juan. Yo miraba a Ricardo y a su polla, no era gruesa como la de Juan, pero era larga y con su glande gordo y definido, se le marcaban sus venas. Ricardo se mordía el labio inferior, cada vez que lo miraba con la verga de Juan metida en la boca.

Juan ardía y su verga estaba como piedra. Me levantó por el culo y me sentó en su pene…mmm…me sostuve de su cuello con mis rodillas encajadas en su cintura y empecé a subir y a bajar, subía lo más que podía y así bajar para comerlo todo. El pene de Juan era tan grueso y largo, que si hacía cualquier movimiento, no se salía. Juan caminó, conmigo ensartada y se sentó al lado de su amigo. Ya no me molestaba la presencia de Ricardo, al contrario, me excitaba demasiado tenerlo a mi lado, así podía ver mejor su verga.

Mi negro me besaba y mordía mis tetas, mi cuello, mis hombros y mi boca, mientras que sus manos me abrían, para que su verga se hundiera más, sus bolas eran apretadas por mi culo. Puse mi cabeza apoyada en el hombro de Juan y miré desafiante a Ricardo mordiendo mis labios, gemía cada vez más por la lujuria y el morbo que me producía ser observada y penetrada.

De repente siento que Ricardo acerca sus manos a mi culo y comenzó a meter uno de sus dedos, yo no hice ni dije nada y lo acepté…él metía y sacaba su dedo en mi culo…ya no había vuelta atrás…Ricardo me puso su verga en la boca y la empecé a chupar con total descaro, era sabrosa y colorada, pero de un sabor diferente. Juan se dio cuenta…

-Eres una puta golosa! No te conformas con una? Quieres dos pollas putita rica.

Yo no decía nada y sólo succionaba la verga de Ricardo y disfrutaba en mi concha la de Juan. Comencé a sentir unos espasmos fuertes y mi orgasmo se volvió inevitable…

-Ohhh…mmm…si, si, si…clávame rico que me voy, ábreme y métela toda papito rico, me voy cosita…ahhh…rico…mmm…ahhh…ahhh…gemía como podía, ya que el pico de Ricardo llenaba mi boca.

La verga de Ricardo era bella y sabrosa, me gustaba sentirla en mi garganta, además no me dolía la boca, ya que era más delgada. Pero quería más, quería más de mi nuevo amante, lo quería dentro de mí. Ricardo se desvestía del tal forma, para no sacar su pene de mi alcance. Juan me levantó y me retiró su pene para no acabar aún, dejándome tendida en el sofá, le da unos golpecitos a su verga, para tranquilizarla.

Ricardo me abrió las piernas y me chupó la conchita, lo hacía con un gusto, lamía como si fuera un helado derritiéndose y tragando todos mis jugos, Juan me observaba y se sobaba su negro palo. Ricardo me introdujo dos dedos en la conchita, sin dejar de lamer...gemí profundo…no soportó…se arrodilló en el sofá, me tomó de las caderas y me clavó su larga verga hasta el fondo, me arremetía tan profundo y se agarraba de mis hombros para bombear más y mejor. Un calambre me recorrió entera y otro orgasmo estalló en mi interior, clavé mis uñas en la espalda de Ricardo y mis gemidos fueron callados por la verga de Juan en mi garganta, soltando su espesa y caliente leche, que tuve que tragar para poder respirar…

-Trágate mi leche cosita…mmm…ahhh…traga todo, me decía con su polla enterrada en mi garganta.

Ricardo me puso las piernas en sus hombros para clavar más y me introdujo su dedo en mi culito y me dijo…

-Dame tu culito Monserrat!...quiero clavarte ese hoyito, quiero meter mi polla por todo tu cuerpo…

No alcancé a responder y con una facilidad me giró, quedando a lo perrito. Me abrió con sus manos y comenzó a devorar mi culo…como lamía ese hombre, lo hacía mejor que Juan…me devoraba el culo y me penetraba con sus dedos, Juan acercó su verga a mi boca jadeante…había acabado y seguía dura…le chupaba su palote con devoción, le succionaba lo más que podía. Ricardo, ya me tenía el culito dilatado y empezó a enterrar su pene con mucho cuidado…

-Que rico se siente tu culo mamita, estoy entrando en tu culo caliente y apretado, siento que me estrangulas…mmm…ya está casi todo adentro mi amor…siiiii…ahora cosita, ya casi…ahora mi amor hasta el fondo, me dicía Ricardo clavando hasta casi las bolas.

Sentía mi culito ardiendo y mi garganta asfixiada, pero ya deliraba de placer y no me importaba el dolor, sólo sentía ganas de más y más. Quería las vergas de mis amantes al mismo tiempo.

-Quiero sus penes en mi concha y en mi culito, los quiero a los dos al mismo tiempo…mmm…los quiero a ambos.

Ricardo me sacó su tronco colorado y me lo puso también en la boca, tenía las dos apuntando a mi boca, las agarraba con las manos y las rozaba entre ellas. Las besaba y las lamía, me metía una y después la otra en mi boca.

Ricardo se recostó en la alfombra, yo me senté en él, pero con la desesperación de meterlo, lo introdujo en mi conchita, me recosté en su pecho y puse mis pies en sus muslos, él apretaba fuerte mis tetas y se movía en mí. Juan se me montó y también me penetró la concha…ufff eso era nuevo…sentía que mis caderas se separaban…los sentía gemir por el roce de sus pollas, ambas dentro de mi concha, me puse a mil.

-Me están rompiendo la conchita…ambas están en mi vagina…me están clavando en el mismo orificio…mmm…

-Si putita y ahora te vamos a romper por ambos agujeros, me dijo Juan

Mi negro me levantó un poco por las caderas sin sacar su pene, Ricardo se cambió de lugar y sin compasión me apretó contra él, metiendo todo de un viaje. Juan me clavaba la conchita delicada y goteante, unos movimientos casi aterradores de vergas, que mi concha recibía gustosa. Sus manos en mi cuerpo y los besos que me regalaban, me tenían en el cielo. Sus vergas latían dentro de mí y no pude más…

-Juan dame, clava tu verga, dame rico…mmm…ahhh…que rico es esto que siento…Ricardo entierra tu pico duro en mi culo, así, así, que rico, si mis putos…denme fuerte, fuerte y profundo…ahhh…ahhh…pártanme toda, métanla entera y disfruten a su puta…así…Juan…Ricardo…así rico mis amores…ahhh…ahhh…

Ellos me siguieron y con sus vergas me llenaron al mismo tiempo de leche, la sentía caliente y abundante, ellos estaban alimentando mi conchita y mi culito. Los gemidos y casi gritos, fueron la culminación de unos orgasmos deliciosos y muy fuertes, era el comienzo de una relación de placer, entrega y lujuria…

Fue exquisito sentir a esos grandes sementales, haciendo lo que quisieran con mi pequeño cuerpo. No me sentía sucia, me sentía llena y completa. Nos quedamos pegados y sudados por un rato tirados en la alfombra. Ricardo estiró su brazo y como pudo alcanzó su pantalón, sacó un cigarrillo, el cual compartimos.

-No creo que podamos seguir trabajando de esta forma, así nos iremos a la quiebra. Además alguien nos va a sorprender, seré el comentario de toda la empresa y si se entera mi marido…queda la escoba, les dije pensativa y muy cansada.

-Esto será un postrecito de vez en cuando. Además si alguien se entera y corre la voz, el despido es absoluto. No te preocupes, tu marido no se va a enterar, me decía Juan y besaba mi frente sudada.

-Juan tiene razón. Y esto no puede acabar, estamos recién comenzando y podemos disfrutar aún más. Se me ocurren varias ideas y así disfrutarlas juntos…nos dicía Ricardo gimiendo cansado.

Yo sabía que esta parejita de sementales ingeniosos y ricos, algo tramarían; habían encontrado su juguete sexual y no me soltarían hasta cansarse. Además, mi contrato era vigente por todo un año.

Más adelante, cuando me recupere, les sigo contando…




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